5.2 El color del domus
Luis y su hermana Fernanda cruzan por el Andador de los Santos Inocentes todos los días a las 5:00 a. m. para poder ir a la parada del camión de la ruta 175E, que va hasta Centro Sur y de ahí toman el tren ligero para llegar a sus escuelas. Por la tarde no llegan a la misma hora. A veces Luis llega a las 8:00 p. m. y Fernanda casi a las 9:00 p. m., su papá les ha dicho que no caminen solos, que traten de esperarse en la parada del autobús, para de ahí regresar juntos a la casa cruzando el andador. Se los dice porque tiempo atrás en ese callejón le quitaron a Rosita, su vecina, el celular.
El callejón es el espacio ideal para los asaltos, las intimidaciones y el acopio de la basura que los vecinos irresponsables van y arrojan. Es oscuro y lleno de maleza, al principio cuando llegaron al Fraccionamiento Vistas de Valle (bautizado después como el Domus por los vecinos) había un árbol. Hoy está completamente seco, existían, también, unas lámparas, pero alguien se las robó junto con el cableado.
Esta descripción fue la que llegó a la oficina de participación ciudadana cuando los vecinos se enteraron de que existían la posibilidad de intervenir el proyecto a través del presupuesto participativo.
Al principio no había mucha claridad de lo que se quería, sólo la intención de que el callejón fuera un andador seguro y que tanto los niños y las señoras que cruzaban por ahí, lo mismo los trabajadores, pudieran transitar de manera segura.
Con el grupo de diseñadoras de "Ambulare" se comenzó a platicar con los vecinos y se realizó un diagnóstico participativo del espacio, pero lo especial de la actividad consistía en instalar una mesa ambulante en el fraccionamiento. Había un mapa ampliado del Domus, stickers de colores y lápices, entonces se les pidió a las personas que mapearan sus emociones dentro de los espacios públicos con atención en el callejón.
El resultado fue que se encontraron microrrelatos de inseguridad y el epicentro de esta estaba coloreado en rojo intenso, justo en la zona del andador. Entonces no quedaron dudas para que el espacio se interviniera, pero no sólo por la mano de los arquitectos sino con la ayuda de todos los vecinos. Lo que seguía era construir un nuevo sentido en el espacio y que este físicamente adoptara el significado de un andador seguro, colorido, iluminado y limpio. Por eso la importancia de realizar una labor colectiva.
Entonces un día el andador se llenó de una paleta de colores cálidos, reflectores y caminos de cemento. El viejo árbol seco se coloreó y parecía un tronco puesto ahí con la intención de adornar el andar de la gente. El color cálido se convirtió en el contraste adecuado con la noche, que siempre es oscura, y además el oscuro es el de la delincuencia. Entonces, a los días de la intervención, cobró sentido el por qué la gente le cambió de nombre al fraccionamiento, pues Domus significa casa, el hogar que es de uno. Con esta muestra de construcción de comunidad los vecinos se apropiaron del espacio, le dieron color como se lo han dado a su domus, es decir, a su casa, donde se está seguro.
Esta acción requirió una inversión de 350 mil pesos, consolidándose un espacio seguro en el Domus de San Sebastián.
