2.3 De hoyo a cancha de tenis
En el clúster 13 de Hacienda Santa Fe en la parte final iba a haber un parque, pero al final la constructora cavó un enorme hoyo para edificar una planta de tratamiento. Sí, algo así como lo que ocurrió en LabASE, y como esta planta existen otros casos más. Esperamos que poco a poco se vaya resolviendo el conflicto que se generó en cada una de ellas cuando la constructora dejó de operarlas.
Esta planta de tratamiento quedó como el espacio del rincón del clúster, y ese tremendo hoyo abandonado poco a poco se fue llenando de basura, de ramas de árboles, de pasto seco, de ropa, roperos, sillones, televisores inservibles y muebles que la gente fue arrojando al no poderlos llevar en sus mudanzas. Del hoyo de basura salían ratas, arañas, bichos y crecía la maleza. De este hoyo inútil sólo brotaba la negrura y la indiferencia, Rocío nos contó: a todos los vecinos nos molestaba que estuviera aquí y más porque al otro lado de la barda hay un canal que divide con la etapa 12 de Santa Fe y mide casi 2 kilómetros de largo, todo lleno de hierba y basura siempre. Mucha gente pasa por ahí, en medio del pastizal, con cierto temor en su andar a causa de que un día hubo una riña muy fuerte entre los jóvenes de la etapa y luego del clúster, y que cuentan que la cosa terminó en tragedia. Por eso a los vecinos nos preocupaba este espacio, más a los que de veras vivimos alrededor de la planta y el canal.
La cancha de tenis y la montaña naranja que ven aquí, no fue sencillo conseguirla y no me refiero a la petición que tuvimos que hacer con los consejos sociales y luego con el Gobierno Municipal para fondear el proyecto a través de las acciones sociales. Lo verdaderamente rudo fue cuando comenzaron a intervenir los espacios, la planta de tratamiento y todo el canal. Primero ya sabíamos qué iba a suceder, para eso estuvimos trabajando con unos arquitectos más o menos durante dos meses en unos mapas y luego haciendo diálogos y asambleas vecinales entre los de nuestro clúster y los representantes de las etapas vecinas y demás clústeres. Todos quedamos en el acuerdo de que el andador del canal nos beneficia, que era necesario que tuviera color e iluminación. Lo mismo en el clúster 13, decidimos que una cancha de tenis era lo mejor para rellenar el hoyo de la planta de tratamiento.
Lo que no les gustó a los vecinos fue cuando llegaron los ingenieros y comenzaron a tumbar las bardas perimetrales que dividen el andador de la planta de tratamiento. El disgusto fue por el miedo de saber que con los muros abajo los vándalos aprovecharían para entrar de la mejor manera al clúster y hacer daños en nuestras casas. Los vecinos nos dividimos en dos bandos, los que no tenían inconveniente con que se tumbara la barda para que trabajaran los ingenieros; y el otro, que sí tenían inconveniente por la barda tirada. Ese día al no tener acuerdo, se convocó a una manifestación e íbamos a cerrar av. México hasta que se resolviera nuestra querella. Llegaron los de participación ciudadana, los constructores y los representantes de los consejos sociales y después de una hora de discusiones, abucheos y enojos, por fin se llegó a un acuerdo. El acuerdo era que los ingenieros iban a volver a construir la barda y sólo dejar un espacio para que pudieran maniobrar, que si la cosa funcionaba y la inseguridad se calmaba como decían que iba a suceder al tener un espacio abierto, entonces sí, dejaríamos que tumbaran toda la barda.
Al final de todo eso, uno viene aquí y juega tenis o camina por el andador y el ambiente es otro. Aún no tumbamos por completo las bardas porque se instaló una malla ciclónica en el perímetro que permite que podamos ver hacia lo que pasa en el nuevo andador del canal, y la verdad la sensación de peligro y abandono ha cambiado, más porque quienes juegan en el espacio son los niños. Por ejemplo, a mi hijo le gusta que lo traiga todas las tardes para poder rodar desde lo alto de la montañita naranja. Lo que también quedó muy creativo son las gradas porque las construyeron a partir de reciclar llantas. Y eso nos dijo el arquitecto al final del proyecto, que lo que se trataba ahora no era tirar cosas sino reutilizarlas, como nosotros hacemos hoy con este andador y esta vieja planta de tratamiento.
Recuperación de una planta de tratamiento que se convirtió en cancha de tenis y rescate del canal. Contó con una inversión de un millón 900 mil pesos.
