1.3 La Plaza de la Soledad Cruz Vieja
Soledad de Cruz Vieja es el último pueblo del municipio de Tlajomulco de Zúñiga, colinda con el municipio de Tala, posiblemente esto es lo que ha hecho a los habitantes unirse, porque se consideran alejados y dispersos del centro. Ante la lejanía se unieron para empujar entre todos y ser vistos, porque así, de a puños, en masa, los sentimientos se vuelven cálidos y comunes.
Las plazas generalmente han funcionado como un punto de encuentro, centro de las localidades y referencia de todo espacio, aunque ya no siempre están en el centro geográfico pero simbólicamente lo siguen estando. Por eso la importancia de esta acción del presupuesto participativo en Soledad de Cruz Vieja porque su plaza es su centro, es decir, su corazón.
Como en toda localidad, Soledad de Cruz Vieja cuenta con su plaza principal construida hace poco más de 30 años. El espacio cuenta con un quiosco, decorado con piedra en la base, herrería y sus lámparas. Se encuentran además pequeñas jardineras con árboles de pino y ficus, el pequeño templo gris está justo en frente como parte de la plaza, donde sus jardineras se fusionan con ésta y medianamente se alegran con el rojo de los rosales. Esta plaza desde su construcción quedó así aunque el tiempo poco a poco le fue cobrando factura a los materiales que la edificaron, pero su esencia ha sido conservada por las historias vividas por cada uno de sus habitantes.
Esta plaza tiene una peculiaridad, es un espacio que cuenta con algunos locales en donde acuden a comer los trabajadores que laboran en las empresas que rodean a la comunidad, después de comer se sientan en las bancas de la plaza a descansar y si se puede por unos minutos cierran los ojos encontrando un poco de descanso. Los domingos se reúne una gran cantidad de feligreses que acuden al templo a la misa del mediodía, a la salida se quedan un rato en la plaza para encontrarse con los otros, en el frescor de una nieve o en el sabor de unos refrescos. Entre semana se puede ver a las mamás sentadas en las bancas que están pegadas a la malla de la primaria, viendo a los niños jugar y comer cuando les llevan su lonche. Es así como la plaza de Soledad de Cruz Vieja se ha convertido en un punto de encuentro, aunque su nombre inicie por soledad, ésta no existe, porque en la soledad es donde uno se encuentra.
Tobías, un joven de 12 años, acompaña a su mamá y hermana a ayudar a Don Chuy, el jardinero de la plaza, un señor de más de 70 años de edad, quien se ha dedicado a limpiar el espacio, vive frente a la plaza y su trabajo es de casi 24 horas (no porque así esté estipulado en su contrato laboral, sino más bien porque así lo dicta su conciencia y le manda su voluntad), ya que en cualquier momento acude a la plaza a responder por cualquier asunto. Cada semana acuden Tobías, su familia y otros vecinos de la plaza principal a arreglar el espacio, sin embargo, los esfuerzos ya son insuficientes, cada día que pasa la plaza requiere reparaciones que ya no están al alcance de los vecinos, el techo del quiosco ya gotea y las jardineras ya empiezan a caérseles pedazos de cemento, lo mismo sucede con el templo: el azul cielo de los muros cada vez sede más pasó al color opaco y gris del tiempo. Situación que preocupa a los habitantes.
El lazo que ya los vecinos tenían con Don Chuy y la convivencia que había brotado entre ellos, aún cuando Don Chuy era regañón y enojón, los llevó a armar en conjunto con la delegada Lupita un proyecto en el que solicitaban la remodelación de la plaza principal a través de las acciones sociales. Lupita es la tercera delegada de Soledad de Cruz Vieja, que ha tenido la peculiaridad de ser un pueblo liderado por mujeres, ya que los hombres se fueron a trabajar a Estados Unidos para fortalecer la vida de sus familiares, por eso las mujeres tomaron las riendas de la comunidad y es por lo que no se saben solas, sino fuertes, acompañadas entre ellas, arropando de manera maternal la vida de la comunidad.
Lupita cuenta: fueron semanas de trabajo, todos veíamos con amor nuestro espacio, pero también lo veíamos desgastado y veíamos el cansancio de Don Chuy, que era en él en quien habíamos confiado todos estos años, porque de todo se hacía cargo. Comenzamos reuniéndonos en la delegación una o dos veces por semana, cuando armamos el proyecto lo enviamos a la coordinación y fue aprobado, y pronto la plaza comenzó a ser remodelada.
El cuidado y la rehabilitación de uno de los símbolos más importantes de la comunidad es un acto que desvela la apropiación que el espacio ha tenido por parte de los habitantes, por una parte, nació por el afán de ayudar al jardinero y por otra rehabilitar físicamente el lugar que simbólicamente permite los encuentros con las amistades y vecinos, y se escriben las historias que le dan sentido a Soledad de Cruz Vieja.
La plaza pública se ideó y se construyó para sostener, literalmente, el diálogo y el debate. Y por extraño que parezca, la ciudad en general se construyó exclusivamente para tener plaza pública (Fernández P, 2004).
Rehabilitación de la plaza principal de Soledad de Cruz Vieja en donde se invirtieron 200 mil pesos.
