Quizás ustedes sólo vean aquí un tanquesote de agua y piensen que en La Concha vivimos como los animaniacs de las caricaturas. Pero esta historia es más profunda, porque el tanque representa la lucha que un día la comunidad dio para defender su agua. Pues verán, nosotros ganamos un juicio para tener autonomía en la administración de nuestra agua. De eso ya son muchos años cuando por esta carretera sólo había empedrado y sólo vivíamos los de La Concha, Unión del Cuatro, San José y Santa Cruz del Valle, y nomás nosotros habitábamos este valle, que no es uno de lágrimas.

Nuestros ejidos colindaban con Cuexco, entonces se puede decir que somos primos de los de Cuexco, lo mismo con los de San Sebastián el Grande; eso no muchos lo saben, porque ahora entre tanta gente que se vino a vivir acá ya los parentescos se han perdido, existen nuevos rostros y parece que nosotros nos quedamos como en una islita. Como una conchita perdida en la arena.

El tanque que ven aquí tirado lo pusimos hace mucho tiempo, cuando yo era apenas un chamaco. Aquí entre todos los hombres ayudamos a ponerlo, usando poleas, sogas y mucha fuerza. No que ahora nomás vinieron los del Ayuntamiento y la grúa con agilidad bajó el viejo y colgó el nuevo. Ahora la vida pareciera más fácil, porque sobran máquinas y aparatos para hacer las cosas. Antes no tenías eso, pero sabíamos que contábamos con vecinos, primos, hermanos y amigos y entre todos hacíamos una sola fuerza, como la que hicimos junto con el delegado para pedirle al gobierno que nos echara la mano para cambiar el viejo tanque, porque lo años en esta cosa tampoco pasan de en balde y el óxido ya iba abriendo grietas y el agua cada vez salpicaba más. Entre todos en la delegación firmamos para que se sustituyera el tanque y sí, nos notificaron que sí se podía hacer. Para pronto vinieron tomaron medidas, hablaron con nosotros y después volvieron con la grúa y montaron. Y ahí está jalando, dándole agua a esta conchita del valle.